miércoles, 21 de julio de 2010

¡El PRD no debe dirigir la Liga Municipal!‏

¡El PRD no debe dirigir la Liga Municipal!
El Partido Revolucionario Dominicano no puede y no debe en las actuales circunstancias aceptar la dirección de la Liga Municipal Dominicana, aún cuando el voto edilicio haya representado un porcentaje significativo de la voluntad popular.
Apenas faltando dos años para las elecciones generales llamadas a escoger nuevo Presidente y Vicepresidente de la República, el PRD tiene que presentar ante la opinión pública nacional y el electorado una diferenciación clara y definida de oposición frente al actual Gobierno. Cualquier asociación directa o indirecta así como contagio verbal con la administración actual, contrae, frena, impide el desarrollo de un voto cualitativo y cuantitativo que constituye la clave de la victoria. El hecho de que alrededor de 45% de dominicanos y dominicanas se abstuvieran de votar en los comicios de medio tiempo, no solamente es muestra de indiferencia política, sino sobre todo de la imposibilidad de visualizar al PRD como partido diferente o esencialmente distinto. La percepción de segmentos importantes del electorado es que, el PRD significaría más de lo mismo, probablemente peor.
El volumen de críticas a la actual administración no parece superar la formalidad del debate confrontativo sin elevarse a la categoría de opción social y económica, por lo que se hace imperioso no solamente denunciar los déficits, los empréstitos, la indetenible deuda externa, el modelo económico agotado, sino también exponer las propuestas del nuevo gobierno del PRD y su punto de ruptura con la plataforma gubernamental.
Aceptar la dirección de la Liga Municipal es evidentemente un “regalo envenenado” que nos colocaría como partido en una situación de desventaja como alternativa electoral, coagularía el poder municipal en nóminas cautivas, sin ninguna trascendencia para los verdaderos problemas sociales del país, y dada la precariedad circunstancial de la institucionalidad de la propia Ley de Municipios, en manos de los vaivenes de años pre electorales, no podemos garantizar ni siquiera su funcionalidad administrativa.
Debemos ser muy cuidadosos con este tipo de ofertas aunque se sostengan sobre la base de garantizar la gobernabilidad, de hecho deteriorada por la toma de la banca senatorial en términos absolutos, sin el mínimo comedimiento y con euforia emparentada con la entrada de los bárbaros a saco en las ciudades. El ejemplo negativo del año dos mil dos se repitió, no en cuanto al voto libre de la gente sino al modelo de imposición y secuestro mediático que ayer como hoy sólo cambió de chaquetas.
El país es otra cosa, merece y demanda la madurez política de sus partidos fundamentales, coprotagonistas de sus luchas reivindicativas y de sus derechos soberanos. El paradigma binario de Bosch y Peña Gómez, debe ser restituido en los planos de la praxis, allí, donde ambos fundaron una ética del poder desde la oposición, donde ambos proyectaron la reciedumbre moral de la liberación nacional. He creído y creo, aleccionado por el peso de nuestras propias experiencias, que no podemos reeditar fracasos ni encumbrar bajo el hambre insaciable de poder, decisiones que debilitarían nuestras posibilidades electorales.
El PRD requiere de políticas claras y esenciales que delimiten la ejecutoria de una nueva administración.
En el año de 1963, el presidente Bosch delineó las bases operativas de su gobierno con una proyección austera de gastos y con una política de inversión social e independencia política, que tipificaron su legado y su gravitación en las aspiraciones del pueblo dominicano. Los electores del 20 de diciembre de 1962, supieron diferenciar su voto frente a la opción oligárquica representada por Unión Cívica Nacional. No daba lo mismo entonces votar por uno o por otro, ni siquiera era posible una abstención electoral importante, porque el desencanto de estos tiempos no se había producido y la fiesta de la democracia le dio al pueblo dominicano la conciencia social y política requerida para encarar sus males y construir su democracia. Hay quienes pretenden justificar la caída de los principios y valores sociales sobre la base del derrumbe de la sociedad de nuestro tiempo, y no comprenden que en todas partes del mundo hay grupos y sectores encabezando jornadas de recuperación moral, y enfrentando las políticas de la injusticia y la infamia y en algunos casos con resistencias exitosas. Lo que demandamos es la rectificación del poder político en la medida en que rectificamos como partido porque el poder nos incluye y desmitifica, no somos ajenos a todo el cúmulo de desaciertos por lo que incursionar de nuevo en ellos nos relegaría al ostracismo del Estado perdiendo el relevo necesario y alternativo.
No aceptar la Secretaría General de la Liga indicaría que el PRD ha decidido tomar en serio su lucha por el Poder, no quiere nada que lo desvíe de sus objetivos, pero para ello se necesita coherenciar, unificar y potenciar la vocación de poder sobre un modelo socialista democrático viable y productivo. Bertrand Russell, el filósofo y matemático inglés, tan admirado y querido, citando al poeta Ezra Pound, dijo: “La técnica de la infamia consiste en inventar dos mentiras y conseguir que el pueblo discuta acaloradamente sobre cuál de ellas es la verdad”. El PRD está obligado a reencontrarse con sus principios y validar la toma del poder político para no convertirse en una mentira, en un adefesio de su pasado

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